
Salvador Salazar Arrué
Su identificación con el mundo del campesino
salvadoreño y sus exploraciones en los asuntos esotéricos orientales y
de ciencia ficción han llevado a valorarlo como uno de los iniciadores
de la nueva narrativa latinoamericana y como destacado exponente de la
cultura de su país. Sus Cuentos de barro (1933), relatos de extrema brevedad, contribuyeron a forjar la estética del cuento hispanoamericano.
Instalado con su familia en la capital
salvadoreña desde los ocho años, a los diez años publicó ya sus primeros
textos en el Diario de El Salvador. Formado en el Liceo Salvadoreño, el
Instituto Nacional y la Academia de Comercio, estudió además pintura y
dibujo con el maestro greco-ruso Spiro Rossolimo, y más tarde, gracias a
una beca, en la Corcoran School of Art de Washington, donde con veinte
años realizó su primera exposición individual en la Hisada's Gallery.
De regreso a El Salvador, contrajo nupcias con
la artista Zelie Lardé y comenzó a prestar servicios laborales en la
Cruz Roja. En 1928 fue contratado como redactor jefe del diario Patria, dirigido por los escritores Alberto Masferrer y Alberto Guerra Trigueros. Publicó allí artículos y su primeros relatos, reagrupados luego en Cuentos de cipotes. Fundó y dirigió las revistas Amatl y Espiral; a lo largo de su vida colaboraría en numerosas rotativos y revistas literarias y artísticas.
Miembro de la Sociedad de Amigos del Arte
(1935-1939), durante varios años trabajó como agregado cultural de la
delegación diplomática en Estados Unidos, y participó en la Conferencia
de Educación organizada en julio de 1941 por la Universidad de Michigan.
Alternó la literatura con la pintura; se recuerda especialmente el
éxito de sus exposiciones en Nueva York y San Francisco (1947-49) y de
algunas de las que realizó posteriormente en su país y de nuevo en
Estados Unidos entre 1958 y 1963. Otra de sus facetas artísticas fue la
de compositor: se le deben más de un centenar de canciones.
En 1963 ocupó el puesto de Director General de
Bellas Artes, y en 1967 fundó, en el parque Cuscatlán, la Galería
Nacional de Arte (actualmente conocida como Sala Nacional de
Exposiciones), centro cuya dirección asumió. Desde 1973 hasta su
fallecimiento fue asesor cultural del gabinete del Director General de
Cultura, Carlos de Sola.
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